lunes, 28 de febrero de 2011

Que ocurre con la Gobernabilidad. México, una visión histórica del siglo XX de las luchas político-sociales.

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La democracia en México, como en las últimas 3 décadas es la Gobernabilidad, es igual en toda América Latina, una permanente lucha, no entre los de arriba, con los de abajo, puesto que democracia y gobernabilidad se apoderaron absolutamente los de arriba, las fuerzas sociales y políticas que responden a los intereses de los Poderes Fácticos Globales. Si hoy la Democracia liberal representativa, democracia electoral es ciega y sorda, porque sólo dice escuchar la voz de los "demócratas" de la "modernidad", de los defensores del "status-quo" de los celosos defensores de las instituciones legales, y además en su fiel obediencia al poder de los lobbies, ha contribuido a que la gobernabilidad haya sido totalmente secuestrada por el poder de las corporaciones transnacionales, porque ellas imponen "orden, seguridad, tranquilidad, paz, democracia" etc, esa es la gobernabilidad que la globalización neoliberal necesita para la protección de sus inversiones, intereses y sus fabulosas ganancias. En cambio los de abajo, cuando algo reclaman, piden mejores oportunidades, que las extraordinarias ganancias del fabuloso crecimiento económico sean en algo compartidas, de inmediato se les acusa de opsitores a la democracia, anti-sistemas, rojos, comprometidos con las ONGs anti-mineras y finalmente para su ego y satisfacción logran criminalizar el movimiento de protesta y lucha por mejores condiciones de vida.
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Que ocurre con la Gobernabilidad.


México, una visión histórica del siglo XX de las luchas político-sociales.


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Lunes 28 de febrero del 2011.

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El debilitamiento de la democracia puede traducirse en la caída de los niveles de gobernabilidad, lo cual, en caso extremo, desemboca en el surgimiento de un Estado fallido. En general, genera siempre un gran debate la publicación del Índice de Estados fallidos, donde son enumerados los países del mundo con mayor riesgo de caer en dicha categoría. En la lista más reciente –dada a conocer en junio de 2010- aparecen Yemen, Costa de Marfil, la República Democrática del Congo, Sudán e Irak. El método usado para el estudio, consiste en coleccionar datos relevantes del conflicto, desarrollar una cronología completa de eventos y seleccionar datos importantes y tendencias. México, destaca el deterioro de la situación mexicana, que recibe la clasificación “en peligro”. La seguridad está en crisis punto menos que terminal. Más soldados, más armas, más recursos para un aparato potencialmente represor, no han funcionado. No hay Estado fallido, pero sí gobierno fallido. La militarización, el uso irrestricto de la violencia del Estado, no son respuesta ni, mucho menos, solución. Recomiendan efectivas y eficientes políticas sociales, una verdadera labor de inteligencia, golpear a los cárteles de la droga y a los grupos del crimen organizado en sus aparatos financieros, forman parte de un replanteamiento sensato y viable.
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Las sociedades, según sus características, viven la gobernabilidad de maneras específicas. Las regidas por grupos oligárquicos, de poder sempiterno: casi no conocen del diálogo y la concertación, para mantener la “calma chicha”, siempre atada con alfileres de hierro. Eso ocurrió, por décadas, en países del África. Hay un "algo" que, surgido en Europa, salta al África musulmana. De Costa de Marfil, a Túnez, Egipto, Yemen, Jordania, Argelia, posiblemente Siria. En todos ellos existían o persisten, gobiernos con décadas en el poder. Tal ocurrió con el Porfiriato -1876 a mayo de 1911- que se esfumó políticamente al primer embate, cuando ese “algo” adquirió caracteres de confrontación social armada, producto de conflictos graves en el manejo de la relación gobierno-pueblos y comunidades, que provoca gobernabilidad deficiente y de alto costo social.
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Este tipo de gobernabilidad puede, por algún tiempo, permitir el cumplimiento de los objetivos de gobierno -3.6% el crecimiento económico entre 1870 y 1910-. Pero no es legítima, no tiene el aprecio de quienes la soportan, no coopera a la distribución del ingreso. El periodo de disputa civil y los años de reacomodo y ajuste del proceso definitivo de cambios de la Revolución Mexicana, afecta gravemente la economía, no tanto por los destrozos que la lucha armada provoca en el campo y las ciudades, como por la inflación, merma de exportaciones, y desorden en banca y finanzas.
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Por ello fue tan costoso recuperar la paz social en nuestro país mediante sacrificios, que afectaron a todos, para eliminar el autoritarismo heredado e ir incorporando a campesinos, obreros y clases emergentes, en la formación del nuevo modelo político, económico y social. El sacrificio fue tal, que apenas crece la economía 1.3% por año (1910 a 40) previo al tiempo del mayor crecimiento, logrado hasta ahora en el país. En esos momentos –década de los 30s a los 80s- se va construyendo una etapa de cambios nacionales profundos, con reflejos locales.
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La gobernabilidad se había logrado, tras cruentas luchas sociales, con casi dos millones de muertos, civiles y militares. El esquema de país se ajusta a una nación de corte capitalista, pero con aperturas para el crecimiento de la economía social. La culminación del conflicto armado –tras asesinato de líderes carismáticos, de amplia base social, como Zapata y Villa- dejó huellas y personajes belicosos, muchos sin ideología precisa, otros verdaderos asaltan caminos, al servicio de intereses de grupos y empresas extranjeras. Estos fueron extinguiéndose, hasta la década de los cuarenta del siglo pasado.
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A partir de allí se instaura un régimen democrático, con fuertes candados para precaver el paso al poder, a los extremos de la política: de un lado los herederos de las castas del Porfiriato, con fuerte olor a clerecía; del otro, extremistas de izquierda, apoyados en la ideología marxista, ideólogos y activistas de buena cepa, dispersos en diversas agrupaciones, generalmente irreconciliables. En medio, apuntalando al poder, un partido político, surgido de intensas y continuas negociaciones entre las fuerzas predominantes, surgidas de la Revolución: Militares, Campesinos, Obreros, nuevo empresariado, grupos sociales urbanos y suburbanos; intelectuales surgidos de la escuela pública.
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Ellos son los que apuntalan la construcción de una economía mixta, exitosa internamente, por casi cinco décadas. En ella, la inversión pública en infraestructura y el implante de una banca de desarrollo, impulsan la empresa privada, a la que protege de la competencia externa y la social, mediante la reforma agraria. Los obreros se organizan para apoyar un crecimiento que les reditúa recursos y canonjías.
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El Sistema económico conformado, contó con fuerte injerencia estatal. Esta rige la actividad, planea e incorpora al patrimonio nacional la explotación de hidrocarburos, energía eléctrica, medios de comunicación. La paz social solo se alteraba por impulsos ante injusticias sociales con campesinos, diversos gremios importantes (obreros, maestros) que fueron corporativizándose, en tanto se atendían sus demandas y se sentían considerados en la lucha por el poder. La etapa dorada del “desarrollo estabilizador” que va de 1970 al 81, muestra incrementos del PIB (Producto Interno Bruto) del 6.8%, con ingresos Per cápita de 4.1% anual. Las instituciones forjadas y el control de precios, apuntalan tales resultados.
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Es el momento de la apertura política que no cesa hasta los 90s de ese siglo, con la participación plena de partidos, de todas las tendencias, que crecen en el ánimo popular. El Poder Legislativo es la “caja de resonancia” de los criterios de las nuevas tendencias políticas y sociales. Pero la economía del mundo –globalizada- requería cambios. Estaba saliendo de condiciones agudas en diversos indicadores macro (endeudamiento, finanzas internacionales, balanzas de pagos). El ajuste a la economía nacional –años 80s y siguientes- no llega con el mismo ritmo del proceso interno, sino con aperturas violentas del mercado interno a las transnacionales, hiriendo de muerte la estructura conformada con tanto esfuerzo, provocando crisis tras crisis que bajan la tasa de crecimiento al 2% anual (1982 a 2010).
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En estas condiciones se da la alternancia en el poder durante el año 2000. No hay rupturas graves, pero tampoco conformación, hasta ahora, de un nuevo Pacto Social, que ponga al día el compromiso de la política, con la búsqueda real del bienestar generalizado de pueblos y comunidades. Hoy urgen reformas (fiscal, financiera, de inversiones, agropecuaria) que incrementen la inversión pública, recuperen la política agropecuaria e industrial, reorienten la economía, la política y la vida social, a la creación de empleos remunerados y estables.
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El resguardo de una reforma política integral, capaz de fortalecer la gobernabilidad. Un nuevo pacto social que cobije a todos los mexicanos y les incorpore a un sistema educativo de calidad, sin rezagos; de seguridad social que cubra a todos, todo el tiempo y les renueve las esperanzas en la nación. Los gobiernos estatales y municipales, que están asumiendo el mando en importantes estados y regiones del país, hicieron planteamientos importantes para captar el voto que les lleva al poder.
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En algunos casos hay esbozos y en otros claridad en la decisión de aplicar políticas locales, que organicen a la gente para la corresponsabilidad gubernamental, vía incuestionable para alcanzar una gobernabilidad estable, de creciente paz social. Entienden los liderazgos de tales gobiernos, que solo con la participación social organizada, las instituciones de gobierno actuarán eficazmente, dentro de su cometido y realizarán acciones interinstitucionales, que sean calificadas de legitimas por la ciudadanía. El libre ejercicio de la voluntad política del poder ejecutivo se logrará, en esa interacción con las organizaciones corresponsables de pueblos y comunidades, volviendo eficaces los empeños gubernamentales por cumplir sus objetivos y legítima su actuación, en aras de mejorar las condiciones de vida de sus gobernados.

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jueves, 24 de febrero de 2011

El G-20 en París: La crisis y los alimentos. Ministros de Finanzas y la volatilidad de los precios internacionales de los comodities.

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En la coyuntura del tiempo global neoliberal, de las Tres crisis sistémicas, la oportunidad estuvo en manos de los Ministros de Finanzas y Titulares de los Bancos Centrales del G-20. París fue la ciudad que los albergó el fin de la semana anterior. La urgencia de la reunión, como afrontar la inmensa complejidad de la suba excesiva y sin control de los productos de primera necesidad, algunos comodities, el monopolio en los mercados, producción de origen agrario, como - soya, maíz, arroz, trigo, leche y carnes - y en el centro siempre está presente las consecuencias dramáticas de la crisis global, situación que generó varias contradicciones hasta hoy sin alternativas de solución: Oposición entre las economías de los "viejos" países capitalistas y la economías de los países emergentes; guerra de divisas, entre la imposición por la apreciación de la moneda china - el yuan - en relación al dólar y el euro; guerra entre la producción de las economías agrarias y control de precios de los productos del campo y la imposición de la productos transgénicos - el poder oculto de las corporaciones transnacionales - y finalmente el intento tardío, realmente demasiado tarde y fuera de contexto mundial de tratar de asumir desde los Estados la Tasa Tobin, propuesta por ATTAC y el pago de las transacciones con la finalidad de combatir el monopolio en el control e imposición de precios y aportar al desarrollo de la educación, la salud y la lucha contra la pobreza, de los países en desarrollo. Pero una vez más fracasaron, por no atacar los males que son de origen estructural e histórico e ingresar al largo camino del proceso de construcción sistémica de una nueva arquitectura financiera global e institucional mundial. Pablo Raúl.


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América Latina, por la potencialidad de sus recursos naturales, esta en la mira estratégica del nuevo proceso de acumulación mundial del capitalismo: la acumulación por despojo. Las Corporaciones transnacionales, los "viejos" países capitalistas hoy en crisis estructural y la voracidad de las corporaciones transgénicas, farmacéuticas, petroleras, mineras, gasíferas, alimentarias, etc.

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El G-20 en París: La crisis y los alimentos.


Ministros de Finanzas y la volatilidad de los precios internacionales de los comodities.


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Lunes 21 de febrero del 2011.

Julio C. Gambina (especial para ARGENPRESS.info)


Entre el 18 y 19 de febrero en París, bajo la presidencia francesa para el 2011, se realizó la reunión de ministros de Finanzas y titulares de los bancos centrales del G-20, con eje en la reforma del sistema financiero internacional y la volatilidad de los precios internacionales de las comodities. (1)


Allí discutieron los administradores gubernamentales del 85% de la riqueza mundial y el 66% de la población total.


El G-20 discute la crisis de la economía mundial, que en la coyuntura se manifiesta con “la subida de los precios de las materias primas, el potencial sobrecalentamiento de las economías emergentes y los problemas de deuda soberana en los países avanzados” (2), para decirlo en el lenguaje del poder mundial.


Al poder le preocupa el efecto “rebeldía” producido en África con la suba de los alimentos y la emergencia de un bloque de países que pueda disputar la hegemonía capitalista, o limitarla, desde un ciclo de dos velocidades.


Por un lado, en el 2008, última alza importante en los precios internacionales de los alimentos se registraron movilizaciones y protestas en Egipto (3), las que fueron contenidas con la baja transitoria sucedida en el siguiente año, tiempo de la recesión mundial (claro que también con represión). Con el alza actual de los precios internacionales, especialmente del trigo, y el ajuste que pretendió el gobierno de Egipto, el resultado fue una gigantesca movilización que cambió el escenario político del país y la región. Ya no alcanzó la represión y muerte, habilitando un debate sobre el presente y el futuro más allá del país y la región.


Por otro lado, la recuperación económica desde el piso recesivo del 2009 se verifica durante el 2010, con claros problemas para expresarse del mismo modo en todas las regiones y países. Desde comienzo del 2010 se hizo evidente la continuidad y profundización de la crisis en Europa, evidenciando tiempos y ritmos disímiles de reactivación. Es un proceso diferente en el Norte y en el Sur. El consenso es que la mayoría de las economías avanzadas está experimentando un crecimiento modesto, con alto desempleo, mientras que las “economías emergentes” están experimentando un crecimiento más robusto y algunas de ellas “signos de recalentamiento". El director general del FMI, Dominique Strauss-Khan, presente en la reunión, ha subrayado que “una reactivación mundial a dos velocidades está ya en curso” (4), refiriéndose así al desequilibrio entre países ricos y países emergentes que se pretende corregir en esta cumbre.


El G-20 alude a riesgos por "las tensiones en los mercados de deuda soberana de las economías avanzadas". En efecto, la deuda externa pública de EEUU alcanza a 3,5 billones de dólares (5), que se extiende a más de 13 billones sumando la pública y la privada, constituyéndose en el 100% del PBI estadounidense (6). Si se añade la deuda de los países europeos y Japón nos encontramos con un cuadro de compromiso importante con riesgo de profundizar la crisis en curso.


En el cónclave de ministros hubo preocupaciones por las presiones inflacionarias asociadas al crecimiento de algunos países, por los fuertes flujos de capital en dirección de algunos “emergentes” que pueden generar "burbujas". Sin duda remite a China, a quien se presiona para que aprecie su moneda, exporte menos y se comprometa con compras al capitalismo desarrollado para ayudarlos a superar el lento crecimiento luego de la recesión del 2009. La preocupación por la inflación está asociada al crecimiento de los precios de los alimentos y el impacto entre los más pobres y su conflictividad.


Otra de las motivaciones de los organizadores apuntó a fijar una regulación financiera que proteja al sistema económico en su conjunto, para lo cual propusieron un fortalecimiento del papel del FMI como entidad rectora del sistema mundial. No alcanza con la verificación de corresponsabilidad del organismo en la crisis actual, sino que se reincide en afirmar su papel, poniendo de manifiesto el interés del poder mundial en la continuidad del proceso de liberalización de la economía.


Las propuestas tipo Tasa Tobin son tardías y apenas “parche” en la realidad de generalización especulativa vigente. Una cosa era su fundamentación al comienzo de los 70´ por su mentor (James Tobin) para “poner un grano de arena a los engranajes financieros” que anticipaban la especulación que llevará a las burbujas posteriores, sus explosiones, y la crisis actual. Otra también es el momento de re significación de la propuesta por la red ATTAC en todo el mundo a fines de los 90´, que actuó como propuesta educativa sobre lo que se podía y debía hacer. Ahora, no alcanza con un impuesto, y la necesidad apunta a desarmar la institucionalidad de la especulación asociada a paraísos fiscales y ganancias sustentadas en la superexplotación de la fuerza de trabajo y la destrucción de la naturaleza.


La continuidad de la crisis


La presidencia de la reunión, para afrontar la crisis que sufren directamente los países más desarrollados del capitalismo, pretendía definir indicadores para el crecimiento, e incidir en la reforma del sistema monetario internacional y en la regulación financiera a favor de la liberalización que demanda el capital más concentrado. Ese fue el marco para analizar la volatilidad de los precios y la propuesta para regular los derivados sobre materias primas.


El objetivo del G-20 sigue siendo la crisis de la economía mundial, en una semana donde el Banco Central de Portugal anunció la recaída en recesión de ese país, y cuando el Banco Mundial ratifica el menor crecimiento de la economía mundial (7). No hay recesión, pero si desaceleración (8). Por ello las preocupaciones siguen concentradas en “nivelar los desequilibrios comerciales globales”, llamar la atención sobre “las elevadas deudas de los países capitalistas desarrollados”, y el “auge de los precios de los productos agrícolas”.


Lo que los países capitalistas desarrollados pretenden es salir de la crisis de desaceleración de sus economías vendiendo más y comprando menos, superar el déficit comercial y disminuir el superávit comercial de países como China, Brasil u otros emergentes. Buscan definir “indicadores económicos para medir los desequilibrios mundiales”. Pretenden que los países no acumulen reservas y que gasten la que tienen acumulada, unos 52.000 millones de dólares para el caso argentino, y más de 500.000 millones de dólares para la región latinoamericana. Ni que hablar de los 3 billones de dólares que mantiene China como reservas internacionales.


El objetivo de la reunión era nivelar los desequilibrios comerciales globales y el auge de los precios de los productos agrícolas. Desde las autoridades francesas se buscó definir “indicadores económicos para medir los desequilibrios mundiales”, impedido por reticencias de los países “emergentes”, con China a la cabeza. Se proponían cuatro criterios: dos para medir los desequilibrios internos de un país (déficit y deuda públicos de un lado, ahorro privado del otro) y dos para los desequilibrios externos (saldo de la balanza de cuenta corriente o de la balanza comercial, y reservas cambiarias y tipos de cambio reales). China rechaza subordinarse a esa estrategia, sustentado en el poder de sus exportaciones y capacidad productiva, habiéndose colocado como el segundo PBI mundial, superando a Japón y a Alemania, relegados al tercer y cuarto lugar entre los países de mayor creación de riquezas. La solución de compromiso de avanzar con indicadores de referencia sin capacidad disciplinadora da cuenta de la vulnerabilidad del sistema mundial y la incapacidad de la hegemonía mundial en el G-20 para “ordenar” el capitalismo en crisis.


Argentina y Brasil, entre los mayores productores y exportadores mundiales de alimentos, se oponen a cualquier propuesta de regular los precios de las materias primas. "Lo que nosotros vamos a defender es la posición de Argentina -que también es la que lleva Brasil- respecto a que no es una buena propuesta intentar que nuestros países no cobren los precios que los mercados dan por los bienes que producimos" (9), anticipó Amado Boudou, Ministro de Economía de la Argentina. En la misma nota se lee que si Francia piensa "que hay que aumentar la oferta de alimentos, no va a ser por este camino por el cual se va a lograr". Según la misma fuente, señaló que Argentina "viene haciendo un fuerte aporte, sobre todo en África, en lo que es transferencia tecnológica y para que lleguen las técnicas de producción de alimentos a otros países".


Agreguemos, que además de los temas de agenda del G-20, uno de las motivaciones de Amado Boudou en París, pasa por avanzar en las negociaciones con el Club de París, una deuda externa de la Argentina que se mantiene impaga y que puede terminar acrecentando obligaciones a cubrir en el corto plazo con el presupuesto público por 7.500 a 9.000 millones de dólares. Vale mencionar que existe un espacio nacional conformado por legisladores, personalidades y movimientos sociales que demandan considerar a esa deuda como odiosa, por haber sido contraída mayoritariamente en tiempos de la dictadura.


Está claro que la presencia argentina en el debate del G-20, del mismo que la de Brasil y otros países “emergentes” están asociados a la disputa por un lugar en la división social “capitalista” del trabajo. Hay que interrogarse si ello supone solución a las demandas sociales más extendida, por trabajo y salario, y más aún por un modelo productivo y de desarrollo de carácter alternativo al hegemónico actual.


Los franceses en la presidencia del G-20 son los principales impulsores de regulaciones restrictivas al precio de las materias primas y al establecimiento de estrictos indicadores económicos, al tiempo que asignan primacía al fortalecimiento del FMI como ordenador del sistema financiero mundial. China, Brasil o Argentina defienden su posición de países superavitarios del comercio mundial, con importantes reservas. Es más, contrario a esa orientación, Argentina desarrolla en la actualidad una política económica de restricción a las importaciones, exceptuando a las provenientes de Brasil y Uruguay, privilegiando las relaciones con los vecinos del Mercosur, pero intentando mantener mayores exportaciones que importaciones, más allá del necesario debate escamoteado sobre qué tipo de productos son los que determinan el comercio internacional de la Argentina, tanto importaciones como exportaciones. China se resiste a la revaluación de su moneda, el yuan, y es conocida la política brasileña de fuerte asistencia estatal en defensa de sus empresas industriales.


Pero no solo alimentos o cuestiones monetarias explican las contradicciones de estos países con los poderosos del mundo. China que ocupa un lugar estratégico en el manejo de los “minerales raros” no atiende las demandas contra su política económica. En un mensaje reciente de Fidel Castro a los intelectuales, dado en la Feria internacional del Libro de La Habana difundido el 15 de febrero del 2011 por la TV cubana y que puede verse en youtube, el Jefe de la revolución cubana destaca el vínculo estrecho entre el cambio climático y el precio de las materias primas. (10)


Por su parte, Leonardo Boff nos desafía a pensar que “El futuro se juega entre quienes están comprometidos con la era tecnozoica con los riesgos que encierra y quienes, asumiendo la ecozoica, luchan para mantener los ritmos de la Tierra, producen y consumen dentro de sus límites y ponen su interés principal en perpetuarse y en el bienestar humano y de la comunidad terrestre”. (11)


En una carta a la presidenta argentina se reflexiona sobre el país “devastado” y de la responsabilidad de “nuestros gobernantes desde hace décadas, desde los milicos y antes de los milicos y después de los milicos, que es lo grave.” Tanto como el hecho de “congelar nuevamente la Ley de Glaciares, para muchos de nosotros es inexplicable ese entusiasmo por la minería a cielo abierto, que es la próxima catástrofe de la Argentina.” Concluye destacando que “El territorio argentino está siendo arrasado, Señora. Lo recorro año a año; veo el deterioro. Cambia nuestra geografía, peligran las aguas, los bosques, ahora las montañas. La minería a cielo abierto es un crimen y en muchos países está prohibida. Igual que la soja transgénica.” (12)


Las transnacionales van detrás de los recursos naturales y los bienes comunes, la tierra, el agua, y cuentan con la solidaridad de sus Estados de origen para sus demandas, y por eso buscan restricciones al precio de las materias primas. La sola mención de tratamiento del tema indujo una baja en las cotizaciones de la soja, del trigo y el maíz, entre otros productos agrícolas. Ni Argentina ni Brasil están dispuestos a resignar el precio de mercado de los bienes que producen. Es un debate que coloca en el centro de la discusión la crisis alimentaria, que de un lado tiene el aumento de la producción de alimentos y del otro el mantenimiento y agravamiento del hambre de millones de personas.


La crisis alimentaria


La explicación debe encontrarse en el modo de producción actual, donde las transnacionales de la alimentación y la biogenética se encuentran al mando de un ciclo productivo global que subordina el conjunto de la producción mundial, favoreciendo cierto consumo, despoblando el campo, y condenando al hambre a millones de personas. Basta pensar en la extensión sojera en nuestro país y en los países del Mercosur para verificar la hipótesis.


Los movimientos sociales agrarios articulados en la red mundial “vía campesina” (13) demandan un nuevo modelo productivo agrícola sustentado en la agricultura familiar para que las comunidades aseguren su sustento y solo exporten el excedente.


Nuestros países están entre mantener el modelo definido por las transnacionales y las nuevas presiones del capitalismo desarrollado motorizadas desde el G20, o definir otro rumbo productivo, lo que supone otro modelo de desarrollo para otro país y para otro mundo, consigna que define sintéticamente el programa del Foro Social Mundial.


Siguiendo el razonamiento de “vía campesina” (14), la explicación de la contradicción entre el aumento de la producción agraria y el hambre, está en el control “oligopólico que unas pocas empresas tienen del comercio agrícola mundial, de los principales productos, como: soya, maíz, arroz, trigo, leche y carnes; pues ellas imponen un precio, independientemente del costo real de producción”. A ello adicionan el impacto de la “especulación” con la compra de títulos, por ejemplo, sobre “las próximas siete cosechas de soya del mundo” y la inversión de bancos “en mercancías agrícolas, para protegerse de la crisis general”. Agregan que “La producción agrícola de agro-combustibles”, sustentados en precios del petróleo en alza, “termina empujando la tasa medía de ganancia en la agricultura”.


La combinación del monopolio de las transnacionales de la alimentación y la biogenética, con la especulación y la utilización de alimentos para la producción de energía y consumo de animales, eleva el costo de la producción remanente para consumo humano. El modelo de consumo derivado del modo de producir agricultura y ganadería en este comienzo del Siglo XXI está contribuyendo a sustentar una revolución agrícola al tiempo que incrementa la insatisfacción proteica de millones de personas en el mundo agravado el cuadro de desigualdad que hoy reconocen todos los estudios sobre el tema.


Convengamos que la institucionalidad global (OMC y otros) y las legislaciones nacionales se han ido adecuando para favorecer este modelo productivo. No puede pensarse en la extensión de la capacidad de producción y exportación de soja en Argentina (15), por ejemplo, al margen de las reformas neoliberales de los 80´ y los 90´, especialmente con la autorización para la producción transgénica en la segunda mitad de la década pasada. La pelea por las patentes en el plano internacional explica el interés de la dominación transnacional en la innovación a todo nivel. Existe una dialéctica virtuosa entre los cambios jurídicos impulsados por las políticas hegemónicas de cuño neoliberal de los 90´, aplicadas en los países del cono sur de América, con la expansión de la frontera agrícola del ciclo de la soja. Es al mismo tiempo una dialéctica viciosa que afecta otros desarrollos productivos, como los de la carne, induciendo el modelo de los feedlot (engorde intensivo), la exportación vinculada al ascenso de los precios de los mejore cortes, con los consiguientes encarecimientos de los precios y restricciones al consumo de carne de sectores de menores recursos.


La consecuencia de este proceso según Bruneto y Stedile es que “En las últimas dos décadas con el proceso de internacionalización del capital y de las empresas capitalistas, los precios de los alimentos se internacionalizaron. Esto determina que los parámetros de producción y de los precios no son más el costo real de producción de alimentos en cada país, sino que se establece un precio medio mundial, controlado por las empresas, que excluye completamente otras formas de producción, locales, campesinas, etc.” Concluyen señalando que “la lucha por la soberanía alimentaria que los movimientos de la Vía Campesina en todo el mundo adoptaron como prioridad es más que correcta, es necesaria y urgente”. (16)


Necesidad de cambios estructurales.


El problema es que no puede escindirse la crisis contemporánea de la integralidad de funcionamiento del sistema capitalista, y que las medidas que discute o anuncia el poder mundial, expresado por el G20 son funcionales a mantener y desarrollar el capitalismo en esta época.


El capitalismo empuja la liberalización y el crecimiento económico a costa de la sociedad, especialmente de sus trabajadores, y por eso se mantiene elevado el desempleo. No es efecto no querido, sino consecuencia directa de la forma que asume la explotación en nuestro tiempo. Ello supone la disminución absoluta y relativa del ingreso de los trabajadores promoviendo una mayor desigualdad. Algo que se pone de manifiesto con el avance del consumo suntuario favorecido por una gigantesca intervención de los Estados nacionales para promover el salvataje de empresas en crisis entre 2008 y 2010. Pero no solo a costa de la sociedad, sino también de la naturaleza, expresado entre otras cuestiones en el efecto invernadero por la emanación recurrente de gases tóxicos derivados del modo concreto de producción.


El fracaso del G-20, no solo en este encuentro de París, sino en todas sus cumbres anteriores es reflejo de la imposibilidad de resolver la crisis alimentaria, energética, ambiental, financiera y económica, sin resolver integralmente la cuestión, lo que impone una crítica profunda al orden capitalista y a la necesidad de pensar en otro orden social para satisfacer las necesidades de la población mundial.


Notas:


1) “Bienvenidos a la presidencia francesa del G20”


2) “El G20 ve el precio de materias primas y la deuda como lo mayores riesgos”. Miércoles, 16 de Febrero de 2011. Consultado el 19 de febrero de 2011 en Latindad, Red Latinoamericana sobre Deuda, Desarrollo y Derechos:


3) Héctor Huergo. “La nueva arremetida de los precios”, Clarín, suplemento rural del sábado 19 de febrero de 2011, página 3. El autor sostiene que “Hay un denominador común en la crisis política que agita a los países del norte de África y Medio Oriente. Es el alto precio de los alimentos, en especial del trigo. Ya había habido agitación social en Egipto en el 2008, cuando se dispararon los precios de los granos.”


4) “Primera reunión del G20 en París bajo presidencia francesa”. En rfi, publicado el viernes 18 de febrero de 2011


5) Eric Toussaint. “Crisis Global. Del Norte al Sur del planeta: la deuda en todos sus estados”.


6) http://www.bea.gov/


7) “El Banco Mundial prevé una desaceleración del PIB mundial en 2011. Alerta de la amenaza para el crecimiento de los problemas del sector financiero en algunos países de ingreso alto”. –


8) Ib. La previsión para el 2011 es 3,3% del PBI mundial contra un 3,9% del 2010. “…el organismo estima un mayor crecimiento de los países en desarrollo -al 7% en 2010, 6% en 2011 y 6,1% en 2012-, superando así a los países de ingreso alto, que se proyecta llegarán a niveles del 2,8% en 2010, 2,4% en 2011 y 2,7% en 2012. Así, el Banco Mundial considera que la economía mundial se desplaza desde una fase de repunte posterior a la crisis hacia un crecimiento lento…”


9) Argentina se opondrá en el G-20 a regular los precios de las materias primas. Diario Clarín, Suplemento económico


10) http://www.youtube.com/watch?v=hWcasFrlkxI


11) Leonardo Boff. El difícil paso del tecnozoico al ecozoico. Difundido por el Servicio Informativo "Alai-amlatina" el 18 de febrero del 2011. Tecnozoico alude a un tiempo de utilización de la ciencia y la técnica para explotar recursos naturales en beneficio de unos pocos y ecozoico, relativo a mantener la vitalidad y equilibrio de la tierra.


12) Mempo Giardinelli. Sobre mentiras y naturaleza. Carta abierta a la presidenta. En Página 12, del 15 de febrero de 2011,


13) http://www.viacampesina.org/sp/


14) Egidio Bruneto y Joao Pedro Stedile. Militantes del MST y de la Vía Campesina. Las causas del aumento de precios y de la crisis alimentaria en el mundo (Traducción Minga Informativa de Movimientos Sociales). 15) Para 1993 la extensión sembrada de soja para las principales provincias productoras era de 5.300.000 has, ascendiendo a 10.200.000 has en 2001. Se estima un total de 20 millones de has para la cosecha actual.


16) Ib.

Julio C. Gambina es Profesor de Economía Política en la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional de Rosario, UNR. Profesor invitado en posgrado en diversas Universidades de Argentina y el exterior. Presidente de la Fundación de Investigaciones Sociales y Políticas, FISYP. Integrante del Comité Directivo del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales, CLACSO.

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domingo, 6 de febrero de 2011

La democracia asociacionista de Paul Hirst. Sociedad Civil, profundización de la democracia, pluralismo social y político en las sociedades modernas.

La democracia asociacionista de Paul Hirst.

La Sociedad Civil, profundización de la democracia, pluralismo social y político en las sociedades modernas.

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Paul Hirst (1947-2003) fue un destacado sociólogo y politólogo británico que desarrolló la teoría del asociacionismo, que intentó renovar la democracia liberal proporcionando una alternativa al socialismo estatalista y al liberalismo de libre mercado. El asociacionismo pretende afrontar las exigencias de profundización de la democracia, el pluralismo político y social de las sociedades modernas y la reforma del Estado de bienestar mediante la democratización de las instituciones de la sociedad civil y la descentralización del Estado. A modo de resumen de su teoría, valga esta cita de “Renewing democracy through associations”.

Los asociacionistas sostienen que, en toda sociedad compleja y libre, existen diferentes versiones de lo que debe ser la buena vida y la tarea del Estado es ayudar a la realización del mayor número de formas buenas de vida como sea posible sin imponer una de ellas sobre las demás. El estado puede y debe realizar las funciones básicas de asegurar la paz pública, arbitrando en los enfrentamientos de las normas y movilizando recursos para fines públicos. A diferencia de las doctrinas económicas liberales que buscan limitar las funciones del estado y ampliar el alcance del mercado, el asociacionismo busca ampliar el ámbito de la gobernabilidad democrática en la sociedad civil.

Además, al igual que las doctrinas del mercado libre, su objetivo es promover la elección a través de la competencia, pero lo hace dando a los individuos la posibilidad de moverse entre asociaciones sin ánimo de lucro. Los individuos tienen voz en las asociaciones y la opción de salir para moverse entre ellas. Esta combinación obliga a las asociaciones a atender las necesidades de sus miembros, si la voz no lo consigue o es una tarea demasiado ardua, entonces la salida es algo a lo que deberá enfrentarse la oligarquía atrincherada.

Hirst desarrollará esta concepción para que los procedimientos democráticos se extiendan por la sociedad civil, tal como hubiera deseado Alexis de Tocqueville. Esta estrategia se distingue de la denominada “democracia participativa” o su moderada “democracia deliberativa”, pues no renuncia a la democracia representativa y no se conforma con una participación de las elites. Por otro lado, ofrece una alternativa a la crisis actual del estado de bienestar, pero sin caer en la trampa de su privatización.

El asociacionismo representa una mayor descentralización y participación de los ciudadanos en los servicios de bienestar y una adecuación al pluralismo social y político de la sociedad a la hora de ofrecer enfoques diferentes en la provisión de los mismos. Es clave, en este sentido, la diferencia que Hirst establece entre financiación (estado) y provisión (asociaciones sin ánimo de lucro) de servicios sociales.

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